Mayo es el mes que celebra la maternidad en todas sus formas. Pero más allá de flores y regalos, esta es una oportunidad para honrar el legado emocional que se transmite de generación en generación. Ser madre, hija y abuela no es solo un rol: es una cadena de amor, aprendizaje, heridas, sanación y evolución.
La Abuela: El Origen del Cuidado
Ella es raíz. Representa la sabiduría de los tiempos vividos, la fortaleza de quien atravesó tormentas con tal de proteger a su familia. A veces, rígida; otras, tierna. Su forma de amar fue la mejor que conoció, marcada por una época diferente, por reglas distintas. Cuando la miramos con compasión, entendemos que también fue una niña que no siempre supo cómo sanar lo que le dolía.
La Madre: El Puente entre Generaciones
Ser madre es caminar con una mochila llena de sueños y responsabilidades. Muchas veces, cargamos con mandatos invisibles de nuestras madres y abuelas, intentando hacerlo mejor, pero sin saber cómo. Ser madre es reinventarse cada día. Es también reconocer que podemos soltar la perfección y elegir ser auténticas. Ser madre es aprender a sanar mientras criamos, a amar mientras nos reconstruimos.
La Hija: La Semilla del Futuro
Cada hija es una posibilidad nueva. Representa el cambio, la expansión, la promesa de una versión más libre, más consciente, más luminosa del linaje femenino. Es en ella donde se planta la semilla del cambio: cuando la escuchamos, cuando la guiamos sin imponer, cuando la amamos sin condiciones. Las hijas traen preguntas que despiertan la conciencia y nos invitan a cuestionar viejos patrones.
Tres Voces, Una Historia
Cuando una mujer sana, lo hace no solo por ella, sino también por su madre, su abuela y su hija. Somos parte de una red sagrada, un linaje de mujeres que danzan entre heridas y bendiciones. Y cada acto de amor propio que cultivamos hoy, es un legado de luz para quienes vienen detrás.
Que este mayo no sea solo un homenaje a las madres. Que sea también un homenaje a la mujer que habita en cada rol: la abuela que nos enseñó con sus silencios, la madre que hizo lo mejor que pudo con lo que sabía, y la hija que llega a enseñarnos a amar diferente.
Por MaryAle @piensoenpositivo
